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El hijab en el Islam

Los musulmanes, tanto hombres como mujeres, deben vestir de forma modesta y controlar su conducta bajando la mirada. A las mujeres, por su naturaleza física, se les pide que cubran su cabello en público y que lleven puesto un velo (o prenda que no se ciña a la forma de su cuerpo) que se conoce como "hijab". El significado del hijab es el de ocultar, no revelando ni proyectando la presencia del cuerpo. El propósito del hijab no es que las mujeres no participen o sean invisibles públicamente, sino más bien que estén presentes y sean visibles pero que el poder de sus cuerpos no lo esté. ¿Y qué beneficios tiene entonces? En primer lugar, casi siempre los hombres y mujeres se visten para parecer normal y no para atraerse entre ellos. Pero la normalidad para los hombres (a excepción de la inquietud de la adolescencia temprana), se deriva de lo que otros hombres ven como normal. Sin embargo, las mujeres, aunque se vistan de manera normal entre ellas, siguen evaluando su forma de vestir según les atrae a los hombres. El hijab permite que la mujer pueda relajarse y no preocuparse, al menos cuando está en público, de que la mirada sexual del hombre la esté siguiendo y evaluando. En segundo lugar, el hijab tiene una función educativa. Enseña castidad a las mujeres que aprenden llevándolo a inhibir la necesidad de gustarles a los hombres; y enseña a la sociedad en la que deben estar a ser disciplinada, lo que se señala y facilita. En tercer lugar, el hijab marca públicamente y con énfasis las diferencias de género. Por lo tanto les permite a las mujeres asumir papeles activos de dominio público a la vez que se protege simplemente como mujeres sin que sean vistas como objetos de deseo por los hombres.

El género en el Islam

Los hombres y las mujeres son iguales ante Dios y tienen exactamente las mismas obligaciones religiosas. Sin embargo, el Islam reconoce las diferencias biológicas y físicas de cada sexo y conforme a ello acomoda estas diferencias en los aspectos prácticos de la vida y las obligaciones religiosas. Por ejemplo, los derechos y obligaciones del marido y de la mujer en el seno de la familia son distintos pero complementarios. Además, el Islam valora y apoya los derechos de la mujer a la protección de su castidad y del honor. Alá dice en el Glorioso Corán: "Verdaderamente aquellos que blasfeman de manera injustificada de mujeres creyentes y castas, estarán malditos en este mundo y el siguiente; y recibirán un duro castigo." (Corán 24:23). En otro versículo Dice: "Aquellos que difamen a mujeres castas y no presenten cuatro testigos, deberán ser castigados con ochenta latigazos. Su testimonio no volverá a aceptarse porque son ellos los libertinos." (Corán 24:4), Esta consideración sobre las diferencias de género y sobre la salvaguarda de la castidad y del honor de las mujeres, define lo siguiente: (a) El enfoque de Islam sobre los códigos de vestimenta según el género y las normativas estrictas sobre la participación en actividades publicas según el género, y (b) La fuerte oposición del Islam a la explotación sexual de las mujeres en la publicidad, en la industria cinematográfica, en los cursos de belleza y en muchas otras cosas perjudiciales. Para una persona que no sea musulmana, este enfoque le puede parecer discriminatorio para la mujer, pero para los musulmanes está en armonía con las diferencias naturales de los sexos. Nadie en su sano juicio discutiría que si un hombre puede andar por la calle con el pecho al descubierto, una mujer también pueda hacerlo. Así pues, el Islam no está en contra de la libertad de las mujeres sino que se opone a que los hombres las exploten.

LAS MUJERES SON EL ALMA GEMELA DE LOS HOMBRES

Desde sus orígenes, el Islam ha vivido prácticamente siempre en el principio de igualdad entre hombres y mujeres. Esta igualdad ha quedado patente en los cargos importantes que muchas mujeres asumieron a lo largo de la historia islámica y a las contribuciones que aportaron a la sociedad y al desarrollo. Ya en épocas modernas, el mundo islámico ha contado con cuatro Jefas de Estado por lo menos. Las mujeres musulmanas ocupan cargos como ministras de gabinete, diputadas, embajadoras y consejeras. Muchas de ellas son directoras generales, empresarias, médicos, geólogas, ingenieras, profesoras, escritoras, banqueras, expertas financieras, especialistas en recursos humanos, etc.

La historia del Islam no podría contarse sin las mujeres; no solo por referencias indirectas a madres y esposas, sino de manera especifica con mujeres como Khadija, Sumayya, Umm Salama, Nusayba, Khawla, Aisha y muchas otras que desde los albores del Islam personificaron el mensaje del Corán de igualdad humana y la Enseñanza Profética de que las mujeres son “las almas gemelas de los hombres." Que no se sepa más acerca de estas mujeres desmerece la historia de las mujeres.

Khadija : Cuando Mahoma recibió su "anunciación", el primer encuentro con el Arcángel Gabriel, se quedó aterrorizado. Un hombre popular como el tenía muchos amigos a los que podía haber acudido. En lugar de ello, su primer pensamiento fue buscar el consuelo de su esposa Khadija. Deslumbrado por esta experiencia, Mahoma le preguntó que iba a pasarle. Habiéndolo conocido siempre en su lugar y dignificado, le respondió con porte notable y frío, "Tu sustentas los vínculos familiares. Das al pobre. Aguantas las desgracias. Honras a los invitados. Ayudas a otros ante las desgracias que les caen del cielo. Tu Señor jamás te humillará." Entonces ella atestiguó que lo que había recibido no había sido otra cosa que la revelación de Dios. Así, la primera persona que abrazó el Islam fue una mujer, Khadija, que conocía a Mahoma mejor que nadie más. La historia de su vida como pareja transciende la cultura y el tiempo, y todavía se lee como una preciosa historia de amor. Ella fue su aliada más constante, y el año que murió se conoce en la Historia Islámica como el Año de la Tristeza. No fue por coincidencia que Khadija sea la "Primera Señora" del Islam. Era una mujer competente, rica y viuda antes de casarse con Mahoma. Estableció el precedente de que la virginidad y la juventud no son los únicos atractivos de las mujeres.

Nusayba : Cuando los líderes de las tribus de Medina llegaron para prometer su fidelidad a Mahoma, cuatro de los catorce miembros de aquel grupo eran mujeres. Una de esas mujeres era Nusayba. Durante la Batalla de Uhud, Nusayba estaba en la batalla como otras mujeres, para llevar agua y comida a los soldados mientras que su esposo y sus dos hijos luchaban. Pero cuando los arqueros musulmanes desobedecieron sus órdenes y comenzaron a desertar del terreno de batalla creyendo que la victoria era ya suya, la marea de la batalla cambió y parecía que la derrota de los musulmanes era inminente. Cuando esto ocurrió, Nusayba entró a luchar portando una espada y un escudo. El Profeta dijo más tarde que en cualquier dirección que se giraba, parecía ver a Nusayba luchando allí con bravura. Nusayba fue reverenciada por la mayoría de los principales Compañeros del Profeta, que como los Califas Abu Bakar y Umar, le pidieron consejo en busca de su sabiduría.

Aisha : Fue la mujer más joven del Profeta y la hija de su amigo Abu Bakar, el hombre que más tarde sería el primer Califa. La juventud de Aisha se comenta por aquellos que intentan demonizar el carácter del Profeta. A pesar de que había una considerable diferencia de edad entre Aisha y el Profeta, el matrimonio no se consumó hasta que Aisha alcanzó la edad de la pubertad. No hubo nada inadecuado al respecto de esta unión ni entonces ni ahora. La juventud de Aisha aportó a la Comunidad Islámica una erudita que sobrevivió al Profeta durante muchos años y narró más de 2.000 hadices, muchos de los cuales son fundamentales para las enseñanzas islámicas y para la comprensión del Profeta. Al principio del nacimiento del Islam el Profeta se reconfortó en los brazos de su esposa Khadija. Al final de su vida, un momento que marcó el final de la revelación, volvió a encontrarse en los brazos de su joven esposa Aisha.

Umm Salama : Provenía de una conocida tribu y ostentaba una posición eminente por su belleza, conocimiento y sabiduría. Primero se casó con Abu Salama, que peregrinó dos veces con ella, a Abisinia y a Medina. Su primer marido fue asesinado durante la Batalla de Uhud y entonces volvió a casarse con el Profeta. El día del Tratado de Hudaibiyah, el Profeta ordenó a sus compañeros que realizaran sus rituales de Umrah (Peregrinaje) tras la tregua con los Politeístas de La Meca. Sin embargo, los compañeros no respondieron bien. Pensaban que los términos de la tregua no estaban a su favor; y eran un tipo de opresión para los musulmanes. El Profeta repitió su orden tres veces y no obtuvo respuesta. Por consiguiente, se fue a su tienda enojado y le contó a Umm Salama lo que había ocurrido. Con su intuición femenina le dijo, "Oh Profeta de Dios, no puedes hacer que esto quince mil hombres hagan lo que no quieren hacer. Cumple sólo con tu deber, el deber que Dios te ha impuesto. Sigue adelante para llevar a cabo tus propios ritos en un lugar abierto para que todo el mundo pueda verte." El Profeta se dio cuenta del sentido que tenía este consejo. Salió de la tienda, mató a su animal y empezó a afeitarse la cabeza. Tan pronto como la gente lo vio, siguieron su ejemplo.

Khawla : Fue la esposa de Aws Ibn as-Samit que luchó en todas la batallas junto al Profeta. En una ocasión, Khawla hizo que su marido se enfadara y con rabia la rechazó con la expresión vulgar "serás para mí como la espalda de mi madre." Conforme a una antigua costumbre pagana entre los árabes, el marido quedaría libre de sus responsabilidades conyugales, pero la esposa no sería libre de dejar la casa del marido ni contraer matrimonio de nuevo. Fuera la que fuera la razón, tras tantos años de matrimonio, estas palabras dejaban a Khawla desprovista de atracción sensual para Aws. Ni familiares compasivos ni amigos tenían poder para hacer caso omiso de estas costumbres. Cuando Khawla fue a hablar con el Profeta para quejarse por esta injusticia, el Profeta le indicó que había costumbres que se habían convertido en normas salvo que Dios emitiera alguna nueva. Khawla apeló a su poder superior, a las costumbres sociales y a la autoridad patriarcal; incluso al Mismo Dios. Esta es la ocasión que en la azora 58 del Corán se titula "Aquella que imploró" y el momento en que fue revelada. Comienza con las palabras: "Alá ha oído sin duda lo que decía la que discutía contigo a propósito de su esposo y que se quejaba a Alá. Alá oye vuestra discusión. Alá todo lo oye, todo lo ve." Por medio de esta revelación se reconoció su suplica y esta costumbre inocua basada en un falso conjunto de valores, fue finalmente abolida. Mucho más tarde, cuando Khawla era ya una anciana, en una ocasión bloqueó el paso a Umar para darle consejo cuando uno de los compañeros de Umar pensó que era descarada con el Califa, le pidió que parara. Umar dijo: "déjala hablar. ¿Sabes quién es? Es Khawla la mujer cuya súplica se oyó por encima del séptimo cielo. Ella más que nadie merece que Umar la escuche."

Sumayya : Poco se sabía de Sumayya antes de que fuera musulmana, sólo que era una esclava. Entonces se casó con Yasir Ibn Amir y tuvieron un hijo, Ammar. Fueron de los primeros en abrazar el Islam. Cuando el Profeta empezó a predicar el Islam públicamente, comenzó la persecución activa de la pequeña comunidad islámica de la Meca. Los primeros perseguidos fueron los que no tenían protección tribal como era el caso de Yasir y su familia. Solían atarlos y golpearlos. A Sumayya la apuñaló hasta la muerte Abu Jahl, el lider de La Meca, cuando se negó a renunciar a su fe; lo que la convirtió en la primera mártir del Islam. El Profeta estaba muy preocupado por la persecución de los musulmanes y por el asesinato de Sumayya. Así se citó en un hadiz para reconfortarlos " Paciencia... Oh familia de Yasir, porque estáis destinados al Paraíso." A Sumayya se la recuerda por su fuerza, su coraje y su fe en un periodo en el que los musulmanes sufrieron duras persecuciones. Ella es importante porque su compromiso activo a su fe que disipa la imagen de las mujeres musulmanes en la actualidad como mujeres oprimidas.